DESCONOCIDAS
Era un martes cualquiera a las cinco de la tarde. Por aquel entonces tenía
veinte años y me sentía libre, capaz de hacer cualquier cosa que me propusiera
y de atrapar entre mis redes a cualquier mujer que deseara. Aquella tarde había
quedado con mi amiga en una cafetería cercana a la facultad, después de las
clases. Entré, pedí una cerveza y me senté a esperar en una mesa un poco
alejada de la puerta.
Mientras le di el primer trago me
detuve a observar a la gente que había en la cafetería. Justo dos mesas más
hacia delante, en frente de mí, había una chica que me impactó desde el primer
momento en que la vi. Probablemente era un poco más mayor que yo, tendría unos
veinticuatro años, rubia con el pelo largo, delgada. Su piel era blanca como la
espuma del capuccino que había sobre su mesa y sus ojos castaños devoraban lo
que parecía un manual universitario. Su cuello era perfecto para morder, para
pasarse horas recorriéndolo con la lengua; vestía una camiseta negra de
tirantes que dejaba entrever por un descuido el inicio de un sujetador del
mismo color. De repente me descubrí imaginando la continuación de aquella
prenda negra… empezaba a hacer calor así que di un nuevo trago. Era extraño, me
conocía bien y sabía que aquella chica no era como las demás, no como las
mujeres que yo miraba ávidamente cuando las veía pasar por la calle o camino a
la facultad y eso comenzó a excitarme más todavía.
Mientras todos estos pensamientos de mezclaban en mi mente impidiéndome
recordar qué hacía yo allí de repente la rubia apartó la vista de su libro y
cogió el café, me miró y dio un largo sorbo al capuccino. Una gota de café
empezó a resbalar desde la comisura derecha de sus labios hasta su barbilla,
pensé en levantarme y quitársela con la lengua, transformar el café en mi saliva;
un escalofrío me recorrió de los pies a la cabeza y tuve que dar un largo trago
a la cerveza mientras miraba el reloj, desando que mi amiga no tardara
demasiado (o tal vez que no apareciera). Entonces le sorprendí mirándome. En
sus ojos había una mezcla de miedo y curiosidad. Al sentirse descubierta apartó
la mirada rápidamente, avergonzada. En ese preciso momento, decidí iniciar un
pequeño juego de miradas y provocaciones, al fin y al cabo no tenía nada que
perder.
Cogí nuevamente la cerveza y, cuando me miró, mojé mis labios con la
lengua antes de darle un trago. Pude ver como en un acto reflejo comenzó a
tragar saliva mientras cruzaba las piernas por debajo de la mesa. Se notaba que
quería volver a la lectura, pero había una fuerza extraña que se lo impedía y
las dos lo sabíamos. Yo llevaba puesto un pañuelo en el cuello que tapaba
ligeramente el escote de la blusa azul con la que me había vestido aquel día,
así que decidí quitármelo desenrollándolo lentamente. Al instante pude apreciar
como seguía cada uno de mis movimientos mientras, sin poder evitarlo, se mordía
disimuladamente el labio inferior.
Yo ya no podía más, así que me levanté decidida a por otra cerveza. Cuando
llegué a la barra y me giré pude ver como, avergonzada de nuevo, la rubia apartaba
la vista de mi culo mientras yo me notaba como poco a poco comenzaba a estar
bastante mojada. Ya no me interesaba la cerveza, me lo jugué todo a una carta.
Esperé a que volviera a mirarme y entonces volví a humedecerme los labios y me
enfilé con paso decidido al baño.
No tardó ni cinco minutos en venir a buscarme. Me empujó
hacia dentro del baño y cerró el pestillo rápidamente. En ningún momento supe
su nombre y la verdad es que no me importó en absoluto, justo al contrario,
follarme a una desconocida era una de mis fantasías desde hacia años. Lo único
que supe de ella antes de besarnos fue que era heterosexual convencida, pero
que una curiosidad insaciable le había conducido aquella tarde hasta el baño. No
me dijo absolutamente nada más. Se lanzó a mi boca desesperada y yo le
correspondí con devoción y desenfreno. Mi lengua recorría todo su paladar
mientras se encontraba con la suya, al mismo tiempo sus finos labios atrapaban
los míos entre mordiscos y saliva. La noté nerviosa, inexperta, no sabía donde
poner sus manos, si en mi cuello o en mi cintura, así que con rápido movimiento
las conduje hacia mi culo. Mientras, puse las mías en su cintura y las metí por
debajo de su camiseta juntando más nuestros cuerpos. Pude sentir su piel
caliente y como sus pezones se endurecían por la excitación. Cuando nuestras
lenguas estaban alcanzando ya un ritmo frenético, separé mis labios de su boca
y me dediqué por completo a su cuello. Lo mordí, lo lamí, lo chupé, de la
barbilla hasta casi la nuca. Mordí el lóbulo de su oreja derecha, no pudo
reprimir el primer gemido y me quitó la blusa casi de un estirón.
Mis manos corrieron rápidamente a despojarla de su camiseta
y su sujetador, necesitaba tener sus pechos en mi boca con urgencia, entretanto
la rubia me mordía el cuello de un modo tan salvaje que más tarde descubrí la
marca que sus dientes dejaron. La
estampé contra la pared y mi boca comenzó a bajar por su barbilla, su cuello, su
pecho. Succioné y mordí sus pezones uno detrás del otro; cuando creía que ya no
podían estar más duros cogió mis dedos, se los llevó a la boca y, entre
gemidos, comenzó a imitar con su lengua todos los movimientos que yo estaba
haciendo con la mía. El roce de su saliva con mis dedos era como un mechero que
encendía más y más mi piel, estaba tan mojada que podría haber resbalado
perfectamente sobre sus piernas si nos hubiésemos podido tumbar. Mientras seguía
entretenida haciendo viajes de sus pechos a su cuello y sus orejas, clavé mi
pierna entre las suyas y vencí
todo mi peso sobre su cuerpo. Un sonoro gemido se escapó de su boca,
suerte que volví a comerle los labios antes de que toda la cafetería lo
escuchara. Me separó y me suplicó que terminara con todos los juegos de una
vez, que la follara ahí y en ese momento.
No pude esperar más, así que comencé a trazar un camino de
saliva entre besos y lamidas desde su boca hasta su ombligo, donde me detuve a
jugar dentro de él un buen rato. Le desabroché los pantalones y se los quité en
un abrir y cerrar de ojos. Comencé a jugar con mi lengua metiéndola entre el
filo de sus bragas y su piel, recorriendo toda su cintura, cuando de repente
cogió mi cabeza con sus manos y me condujo hasta su sexo. Pude notar aun con la
fina tela en el medio como estaba de mojada, como su sexo vibraba y palpitaba a
escasos centímetros de mi boca.
Rápidamente le quité el último trozo de tela que quedaba en
su cuerpo, sin pensarlo mucho y sin ninguna delicadeza le abrí las piernas y me
lancé sin compasión a morder su sexo. Succionaba y chupaba su clítoris una y
otra vez al mismo tiempo que gemía cada vez más fuerte y sus fluidos inundaban
mi boca. Cuando pensaba que estaba a punto de correrse la penetré sin previo
aviso con mis dedos, nuevamente le tuve que tapar la boca con la mano para que
el resto de la gente no nos descubriera. Mi lengua y mis dedos se movían de un
modo sincronizado, en una sinfonía perfecta, cada vez más rápido hasta que la
rubia estalló en un gran orgasmo en el que no tuvo más remedio que morder mi
mano hasta hacerla sangrar.
Me incorporé y me quedé mirándola, su cuerpo apoyado contra
la pared y su cara en la que aun se podía ver lo excitada que estaba. Me giró
violentamente, haciendo que mi espalda desnuda chocara contra la pared de
golpe. Comenzó a devorar mi boca nuevamente al mismo tiempo que sus manos iban
jugando entre mis pechos y mi cintura. A esas alturas estaba ya demasiado
excitada como para jugar, así que yo misma me desabroché los pantalones, sin
llegar a bajármelos, la miré fijamente y le mordí los labios. A los pocos
segundos noté como su mano se clavaba en mi sexo, cómo me recorría explorando
cada rincón, cómo introducía sus dedos y yo cada vez estaba más y más mojada. Conforme
fue aumentando el ritmo también aumentó la intensidad de mis besos, que se
tradujeron en mordiscos en su cuello donde acabé ahogando un sonoro orgasmo
entre sudor y saliva.
Se vistió y salió del baño a todo correr, sin darme tiempo
siquiera a despedirme de ella. Después de hacer lo mismo, vi como mi amiga me
estaba esperando sentada en la mesa de al lado donde estaban mis cosas. La
rubia sin embargo se había marchando, dejando olvidado un abrigo rojo en la
silla. Me acerqué, lo cogí y lo llevé a mi mesa.
- ¡Cuánto tiempo has tardado! ¿Qué
cojones estabas haciendo? – me preguntó extrañada mi amiga.
- Tengo una historia muy interesante
que contarte.
By. La Chica de la Calle de Atrás
LAS PORRAS DEL DELITO
Llevo unas copas de más, estoy bebiendo una cerveza en la calle y pasa
un policía nacional. Me llama la atención y le vacilo. Él se pone serio y está
muy atractivo. A mí me pone su reacción y le incito. Él me da la vuelta y me
pone contra la pared. Empieza a registrarme, me toca de arriba abajo y cuando
sube sus manos por mis piernas, las mete entre mis piernas, y yo me empiezo a
excitar… Empiezo a hacer los ejercicios de Keggel. Le insulto y le digo que es
un cerdo. Le suelto un guantazo y viene el compañero, igual de atractivo, y
deciden esposarme a la fuerza, por atentado contra la autoridad. Me meten en el
coche, y en lugar de ir a comisaria, me llevan a un callejón, allí deciden
imponer su propia ley para que yo les respete. Se bajan del coche y por la ventanilla
observo que ambos tienen una erección prominente de su pantalón.
Comienzo a imaginármelos sin pantalón y siento cómo el calor invade mi
cuerpo, mi vagina palpita y se humedece sin control. Noto sus ojos clavados en
mi pecho acelerado por mi respiración entrecortada debido a mi excitación que
me es imposible reprimir. Uno de ellos me saca violentamente del coche,
mientras el otro comienza a bajarse los pantalones, ya descamisado, mi deseo
sigue en aumento… Al sacarme del coche me empuja contra él, me coge del pelo y
me besa. Yo aparto la cara a pesar de estar deseándolo, él se pone cachondo y
me da una bofetada. Me coge la cara y me vuelve a besar. Me acaba poniendo en
el suelo a la fuerza y me acerca la cara al enorme miembro erecto de su compañero. Éste se baja
el pantalón y me la mete en la boca, mientras el otro me rompe la camiseta y
empieza a cogerme de las tetas, apretándolas fuertemente.
Con su enorme pene en mi boca, me coge de la cabeza para aumentar la
intensidad de la mamada. La mete tan fuerte y profundamente que casi llega a la
garganta. Entretanto el otro, mira con cara de vicioso mientras se pajea con
una mano y con la otra me sigue sobando las tetas y me arranca el sujetador. Me
empieza a lamer los pezones poniéndolos duros como perlas. Entre los dos me
cogen violentamente subiéndome encima del capó del coche. Uno sigue masturbándose
y tocándome las tetas cuando de repente el otro me arranca la falda y con ellas las bragas para
empezar a lamerme.
Al notar la intensa humedad que me invade empieza a llamarme PUTA. Enfadada intento cerrar las piernas, pero éste me las abre con violencia a la vez que el
compañero me sujeta las manos con fuerza, para que el primero me lama tomo mi sexo sin yo poder evitarlo.
Se me escapa un gemido de placer y este entonces introduce dos dedos al tiempo que
pasa su lengua por mi clítoris. Como los dedos entran fácilmente, mete un
tercer dedo, penetrando de forma violenta, sin dejar de chuparme el clítoris,
jugando con él, cogiendolo y atrapandolo con sus labios…
Estoy muy caliente y en la cara se me nota toda mi excitación. Me bajan
del capó del coche, me dan la vuelta y hacen que apoye mis manos encima del
vehiculo, dejando mi culo y mi sexo totalmente expuestos a su placer. De
repente, uno saca su larga porra de policía y la introduce con cuidado, a la vez
que su cómplice empieza a lamer mi ano… Uno de ellos me empieza a penetrar con su
enorme miembro turgente al tiempo que el otro me masturba rápidamente y exploto en un grandísimo e
intenso orgasmo… este orgasmo hace
que abra los ojos, me despierte… no me lo podía creer resulta que todo ha sido un sueño.
muy bueno!! has tocado mi punto debil, los policias! jaja
ResponderEliminarNo he podido esperar... Muy bueno!!
ResponderEliminardespués de leer esto tengo unas ganas brutales de que llegue mi novio a casa!
ResponderEliminarFelicidades por el relato de "Desconocidas". Me ha encantado!!! Ha sido muuuuy excitante. Enhorabuena a la autora!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por las felicitaciones, has hecho que me sonroje. Así da gusto escribir.
ResponderEliminarrealmente buenos,sin desperdicio alguno
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