El pasado domingo por la noche, mientras cenaba, me avisó una amiga de que en La 2 estaban haciendo un documental sobre sexualidad femenina titulado "En busca del punto G". Con ese nombre, inmediatamente activó mi curiosidad, así que corriendo (con toda la velocidad que ofrecen unas muletas y mi habilidad natural para controlarlas) puse la televisión. Comprobé que se encontraba ya en su parte final por lo que decidí verlo más tarde por internet (que haríamos sin ti).
El documental empieza mostrando a Beverly Whipple, una enfermera que en los años 70 empezó interesándose por unas mujeres a las que les habían diagnosticado incontinencia urinaria. Lo curioso era que, a pesar de lo que se esperaba, algunas de esas mujeres tenían una musculatura pélvica muy buena y afirmaban que solo expulsaban ese líquido cuando tenían una estimulación sexual o orgasmaban. (A lo que me dije "Incontinencia, ven a mí").
A raíz de esto, formaron un equipo de médicos y enfermeras que exploraron las paredes vaginales de 400 mujeres para encontrar el punto exacto que se hinchaba al estimularlo y el que al hacerlo suelen tener ganas como de "orinar". Dicho punto se encuentra entre las "11 y las 12 del reloj" (para entendernos) y le dieron el nombre de Punto Gräfenberg, en honor al ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg, que en la década de los 50 ya señaló esa zona erógena que había pasado desapercibida hasta entonces. Unos años más tarde empezó a tomar protagonismo gracias al libro publicado por Beverly Whipple y sus colaboradores "The G-Spot and Other Recent Discoveries About Human Sexuality". En dicho manual hablan sobre lo que habían observado durante su investigación. Explican que el punto G está asociado a el tipo de orgasmo que las mujeres asociaban al orgasmo vaginal, pero que no todas las que lo experimentaban, tenían una eyaculación femenina. Este estudio médico trajo mucha cola, ya que, como muchas veces ocurre gracias a la prensa, elevó las expectativas de la gente en el terreno sexual (cómo no había ya mitos entorno a la sexualidad, total uno más). Se decía (o se dice) que la estimulación del punto G era el mejor sexo que se podía obtener, y como es lógico, mujer o pareja que se proponía encontrarlo y no lo conseguía, se frustraba porque pesaban que había algo que no estaban haciendo bien.
En ese instante comencé a pensar en cómo cambian las cosas en un momento; Whipple con su estudio pretendía aliviar a las mujeres que pensaban que sufrían un tipo de "incontinencia urinaria", y decirles que no, que esto simplemente se producía por la estimulación sexual de un determinado punto de la vagina. Pero a consecuencia de esto, las mujeres que no conseguían encontrarlo tenían la sensación de que se estaban perdiendo algo. Es decir, las que al principio eran las pacientes se convierten en las privilegiadas, y las que eran aparentemente "normales" en las que "no hacen algo bien en la cama". ¿PERO QUÉ TENEMOS EN LA CABEZA?
Uno de los testimonios que salían como "personas frustradas por el punto G" me hizo recuperar la esperanza ya que dijo <<Todos podemos sentir placer en la vida de formas muy diferentes>>. En mi opinión, ahí está la clave. Sí, sabemos que existe el punto G, pero no por ello vamos a frustrarnos si no llegamos al orgasmo estimulándolo o si, por el contrario, llegamos al orgasmo pero no llegamos a eyacular.
Es importante recordar que la sexualidad en general y el sexo en particular, está para disfrutarlo. Si nos empeñamos en hacer algo para obtener un resultado, dejará de ser divertido.
Dicho esto os animo a intentarlo, no para obtener un resultado, eso no nos importa, sino simplemente para tener una excusa para conocernos más y mejor. ¡DISFRUTADLO!
La Alquimista Sexual